Si probaste MIL dietas sin éxito a largo plazo, si sientes VERGÜENZA o CULPA luego de un atracón, si constantemente repites “EL LUNES COMIENZO”, si NO PUEDES PARAR una vez que empiezas a comer, si comes por ansiedad, estrés, placer o mera distracción, o bien si te gustaría poder comer con control, pero sientes que la comida es más fuerte que tú, puede que el hambre emocional sea parte habitual de tu vida.
Si regularmente te atracas con comida, no tienes un problema específico con la comida, sino que tienes algún tipo de problema en tu vida; un desajuste en tu vida entre tus valores y esencia.
En pocas palabras, el hambre emocional es síntoma de algo mucho más grande; ALGO GRANDE QUE TE COME POR DENTRO: dolor, miedo, culpa, resentimiento, vacíos, etc.
Tabla de contenidos
- 1 ¿Qué es el hambre emocional y cómo superar esta sensación?
- 1.1 Automatismos:
- 1.2 Expectativas:
- 1.3 Ansiedad:
- 1.4 Frustración:
- 1.5 Estrés:
- 1.6 Aburrimiento:
- 1.7 Necesidades insatisfechas:
- 1.8 Sub desarrollo:
- 1.9 Miedo, dolor y culpa:
- 1.10 Conocimientos dietéticos incorrectos:
- 1.11 Creencias erróneas:
- 1.12 Resentimiento:
- 1.13 Vacío espiritual:
- 1.14 Aislamiento:
- 1.15 Baja autoestima:
- 2 ¿Cómo saber si tengo ansiedad por la comida?
- 3 ¿Cómo identificar el hambre emocional? ¿Cuáles son las diferencias entre hambre real y hambre y cómo distinguirlas?
- 4 ¿Qué puede causar ansiedad por comer? ¿Qué situaciones nos llevan a comer de manera emocional?
- 5 ¿Cómo afecta el hambre emocional?
- 6 ¿Por qué fracasan las dietas?
- 7 ¿Qué significa emocionalmente comer mucho?
- 8 ¿Es el hambre emocional una adicción?
- 9 Curso Online sobre Hambre Emocional – Claves Para Sanar Tu Hambre Emocional
¿Qué es el hambre emocional y cómo superar esta sensación?
El hambre emocional es cuando comemos sin hambre física real; es decir, cuando comemos más allá de necesidades nutricionales. El comer emocional se da para cubrir otro tipo de necesidades, como por ejemplo:
- Necesidades sociales: para tapar la ansiedad social, o bien ante tentaciones en entornos sociales
- Necesidades emocionales: Para tapar emociones como miedo, culpa, dolor, ansiedad, etc. En muchos casos se busca crear “paredes de grasa” para protegernos del exterior.
- Necesidades mentales: para distraernos o acallar la mente, y de esta forma embotarnos y evadirnos.
- Necesidades espirituales: para tapar vacíos espirituales
Podríamos decir que el hambre emocional no es problema en sí mismo, sino un síntoma de algo mucho más profundo que te come por dentro. Por tanto, para superarla hay que conocer todo lo que puede haber detrás.
En otras palabras, el hambre emocional es apenas la punta del iceberg de una serie de insatisfacciones vitales que nos generan ansiedad, frustración, tristeza, miedo, etc., y que de alguna forma hemos aprendido a evadir esa incomodidad con la comida de forma adictiva.
Otra analogía es considerar el hambre emocional como la copa de un árbol que, si queremos que deje de florecer, debemos poner más atención en sus raíces y el tronco más que en la propia copa. A continuación, comparto una imagen del “árbol del hambre emocional” según como lo interpreto yo en base a mi experiencia personal y de distintas personas con las que he trabajado. Claramente hay otros casos en que haya otras razones, pero en líneas generales creo que es bastante completo.

El comer emocional está bien arriba en el árbol, y es causa de problemas como sobrepeso, hinchazón y otros tantos problemas de salud relacionados con el comer excesivo.
A continuación, explicaré cómo entiendo cada uno de los puntos debajo, como causas del comer emocional:
Automatismos:
La gran mayoría de las veces comemos emocionalmente de forma automática, sin ser conscientes de lo que estamos haciendo. De hecho, nos damos cuenta del atracón al finalizarlo.
Si no tomamos conciencia de los disparadores del hambre emocional, tenderemos a perpetuarlos. Entre otros, estos pueden ser ciertas personas (mamá, abuela, cierto amigo con quien devoramos comida, etc.), lugares (la cocina u otro ambiente de la casa, un parque, tienda, etc.), actividades (ver TV, descanso, relajación, etc.), momentos del día en particular (cierta hora, luego del trabajo, desayuno apenas al levantarse como ritual, etc.) o bien ciertas emociones o sentimientos, ya sean negativos (sentirte inútil, enojado, disgustado, solitario, aburrido, deprimido, estresado, cansado) o positivos (excitación, éxtasis, alegría o sentirse emocionado).
Expectativas:
Detrás del comer emocional, y de las adicciones en general, hay fuertes expectativas de que la sustancia y/o comportamiento en cuestión nos dará placer. Ahora, cuando caemos en un atracón y nos sentimos con culpa e hinchados y sin energía al día siguiente, ¿es un placer o un castigo?
Por ejemplo, si recordamos cómo nos solemos sentir luego de los atracones de papas fritas, podemos ir actualizando nuestros recuerdos o memorias y, por tanto, nuestras expectativas respecto a esta comida, y de esa forma podremos contrarrestar todo recuerdo o pensamiento positivo de la adicción con expectativas negativas. De esa forma, la decisión de no caer en un atracón se hace más genuina en lugar de verse como una prohibición o un sacrificio. Cuánto más pienses en esas razones para no caer en un atracón, más se irán grabando en tu memoria.
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Ansiedad:
Es una de las causas principales del comer emocional. Aquí es clave entender de dónde viene y qué miedos están asociados a ella.
Frustración:
Aquí se hace necesario, por ejemplo, revisar nuestras expectativas y metas, y si acaso no estaremos dejando de lado nuestros intereses por satisfacer a otras personas.
Estrés:
Un adicto suele justificar su adicción diciendo que es una forma de lidiar con el estrés, pero no se da cuenta que su adicción es una de las causas del propio estrés, ya que se sobrecarga su sistema digestivo y de esa forma pierde energía vital.
El estrés es otra de las principales causas del comer emocional, y su mayor causa es la falta de autocuidado, ya sea por falta de tiempo o de que uno no se considera lo suficiente importante como para brindarse autocuidado.
Aburrimiento:
Es un síntoma inequívoco que de alguna manera no estamos a gusto con nuestra vida, y de esa forma usamos la comida para distraernos. Muchas veces es porque no tenemos un ocio debidamente desarrollado, ya sea por creencias relacionadas al trabajo como que hay que ser eficiente con el tiempo o que tomarse la vida con calma es de vago, o por falta de autoconocimiento que ni sabemos lo que nos gusta. En muchos casos, la comida es casi la única fuente de disfrute en el día a día.
Necesidades insatisfechas:
Todo lo anterior es alimentado por necesidades insatisfechas. Aquí es importante realizar una auditoría profunda de necesidades, que van desde necesidades físicas; de confort seguridad y protección; de variedad e incertidumbre; de amor y afecto; de sentido de pertenencia; de autoestima; de logro, éxito y realización; de expresión creativa; de autonomía y control; y de sentido y propósito de vida.
Sub desarrollo:
Con esto quiero decir que todos, basado en los estudios sobre adicciones desarrollados por Gabor Maté, en mayor o menor medida, debido a algún nivel de trauma infantil, tenemos algún nivel de sub desarrollo mental, en cuanto a nuestras capacidades de auto regulación emocional. Por cierto, no hace falta pasar por violencia severa física o psicológica para eso; basta con que el niño o niña se sienta desatendido por una falta de sintonía con el adulto que le cuida.
Miedo, dolor y culpa:
Podríamos decir que las adicciones no son el problema en sí, sino lo que hacemos para tapar el problema. Según la experiencia práctica del autor Roy Nelson, usamos las adicciones como analgésico ante el dolor (físico y emocional), como escape ante el miedo y como auto castigo por sentirnos culpables. En su experiencia, son las 3 emociones preponderantes a la hora de explicar el comer emocional.
Miedo:
Súper común entre adictos, quienes suelen ser personas más sensibles y temerosas que lo normal. En muchas ocasiones, suelen mostrar una imagen de auto confianza en la superficie, pero por debajo hay un alma miedosa, nerviosa, asediada por la duda y el rechazo hacia ella misma.
Dolor:
Casi todos los adictos sienten algún grado de dolor por heridas del pasado. El trauma es un elemento común detrás de casi todas las aflicciones y enfermedades mentales y físicas, entendiéndose como trauma a una amenaza abrumadora a la que no sabes cómo enfrentarla. Esta amenaza no necesariamente tiene que ser abuso físico o psicológico, sino que puede ser falta de atención o aislamiento, miedo o ansiedad que el bebé o niño no sepa manejar por su cuenta.
Para sanar la adicción, hay que sanar el trauma, y en muchos casos tan solo se necesita contención, porque detrás de una personalidad traumatizada existe un individuo sano que jamás ha logrado encontrar cómo expresarse en su vida, porque jamás se les proporcionó una vía para expresarse. En otras palabras, jamás tuvo relaciones en las que pudiera expresar toda su humanidad auténtica.
Culpa:
Si luego de un atracón nos sentimos fatal, ¿nos estamos premiando o castigando? Al entender que por 5 minutos de supuesto disfrute podemos pasar muy mal por horas, comprendemos que en la mayoría de los casos el exceso de comida es más un castigo que un premio, y esto se debe a culpas inconscientes que cargamos.
En otras palabras, creemos que somos malos y que merecemos castigo. Hasta no sanar las culpas, nos auto boicotearemos constantemente de una manera u otra. En este punto es necesario tener en cuenta que el concepto de culpa ha sido reforzado por la moral cristiana: (“por mi culpa, por mi culpa, por mi culpa”), que nos hace sentir culpables de sentir las emociones humanas que definen como los 7 pecados capitales (ira, soberbia, envidia, avaricia, gula, lujuria y pereza), o bien por vivir nuestra sexualidad.
Conocimientos dietéticos incorrectos:
Se podría decir que esto en esencia no es causa del hambre emocional en sí, pero sí es causa del hambre física en sí, porque si no estamos adecuadamente alimentados podemos sentir hambre constantemente. Si esto sucede, se hace difícil tomar conciencia del hambre emocional porque no se podrá diferenciar del hambre física. Es por esto que, para empezar el proceso de sanación del hambre emocional, en aquellos casos donde la dieta no sea buena, creo necesario comenzar con un buen proceso DETOX para nutrir al cuerpo debidamente.
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Creencias erróneas:
Todos tenemos creencias. El problema es que en muchos casos basamos nuestras vidas sobre ciertas creencias que jamás hemos cuestionado si son ciertas o no, y que no se basan en la experiencia sino que se basan en enseñanzas (o imposición o propaganda) de otras personas, instituciones religiosas y educativas, sociedad, cultura, medios de comunicación, etc.
Para cada tema hay decenas de creencias del saber popular que en muchos casos pueden generar mucho daño. En relación con la comida, “panza llena corazón contento” es una creencia común, pero yo creo (mi creencia, jeje) que “panza llena, corazón embotado” es algo más real, dado que usamos la comida para llenar vacíos.
Otras creencias que sugiero cuestionar son: “el desayuno es la comida más importante del día”, “tengo que comer x veces al día”, “necesitamos beber 2 litros de agua al día”, “la fruta engorda, causa diabetes y no debe comer de noche”, “una buena dieta es alta en proteínas”, “me duele la cabeza si no como”, “la comida es amor”, “la comida nos da energía”, “me premio con mi comida favorita”, “la comida es fundamental para sociabilizar”, “mi problema de peso es genético”, “tengo metabolismo lento”, etc.
Resentimiento:
¿Has escuchado decir: “perdono, pero no olvido”? Los resentimientos erosionan tu alma y tu salud; te comen por dentro. Suelen provenir de no hablar y de no ser escuchados, o bien de intentar complacer a los demás y no obtener el reconocimiento adecuado. Apenas pienses “luego de todo lo que yo hice por él/ella…”, haz una pausa y reflexiona.
Vacío espiritual:
Según Gabor Maté, en el corazón de toda adicción hay un ateo radical y resentido, más allá de sus creencias religiosas formales. Se podría decir que todos, a su manera y en su momento, buscamos nuestra naturaleza divina, no necesariamente con un significado supernatural o religioso, sino como la verdadera unidad con todo lo que es, a través de la conexión inefable con otras personas, otros seres y el universo entero. Si perdemos esa conexión, sufrimos un conflicto de separación.
Una sensación de vacío es normal en nuestra sociedad y todo comportamiento adictivo es un intento de evitar estar a solas con nuestra mente.
Vale la pena aclarar que espiritualidad no tiene que ver con religión, sino que tiene que ver con reconocer algo superior al ego, comprometiéndose a servir a algo más grande que los deseos propios inmediatos. Las adicciones ocurren mayormente en sociedades en donde nos educan a ser competitivos, mientras que el significado aparece cuando hay diálogo con el mundo – cooperación.
Aislamiento:
En palabras de Tricia Nelson, “el aislamiento es la némesis de un adicto”. Podemos estar rodeados de familia y amigos, y así y todo sentirnos solos. Solemos sentir que no encajamos y que en el fondo nadie nos entiende realmente. Además, cargamos muchas culpas, vergüenzas y auto desprecio, y por miedo al rechazo, ponemos una coraza, para que no nos conozcan. Pero en el fondo tenemos una fuerte necesidad de ser escuchados, comprendidos y aceptados.
Conectar con otros, con uno mismo y con cualquier idea de poder superior que uno tenga es vital para romper los ciclos adictivos. En esencia, no hay nada más sanador que sentir que realmente pertenecemos a un lugar / grupo / comunidad, donde nos entienden y nos sentimos a salvo siendo nosotros mismos. Cuando salimos del aislamiento al contar nuestros secretos y buscamos una solución espiritual, la sanación es lo que ocurre naturalmente.
Baja autoestima:
Los adictos creen, en el fondo, que son malos y que no valen. Esta es una programación profunda, MUY difícil de superar, que lleva a un constante autosabotaje.
Asimismo, provoca reacciones exageradas a contratiempos de la vida, con pensamientos polarizados del tipo “blanco o negro”, “todo o nada”, como por ejemplo: “soy un desastre”.
Para desarrollar la autoestima positiva, es necesario entender que los sentimientos positivos sobre uno mismo surgen naturalmente cuando se involucra con la vida de una manera significativa, al poner nuestras habilidades y creatividad al servicio de uno mismo y los demás.
En definitiva, para superar el hambre emocional, en primera instancia es necesario entender que es apenas un síntoma, por lo que hay que conocer todo el mundo que hay detrás (hacer un auto análisis en base a este árbol es un buen comienzo). Sanar el hambre emocional es un viaje de autoconocimiento con el objetivo de llenarte de vida para que no tengas que llenarte de comida.
¿Cómo saber si tengo ansiedad por la comida?
“Cuando vemos comer a una persona podemos medir su ansiedad por la velocidad con la que come; “come o traga”.”
Karmelo Bizkarra
La frase anterior nos da una pauta mediante la cual podemos conocer a priori el grado de ansiedad de una persona. Si una persona come muy rápidamente, definitivamente está comiendo por ansiedad, o bien probablemente su ansiedad le hará comer de más.
Otra forma de saberlo es respondiendo las siguientes preguntas, con “nunca, a veces, generalmente o (casi) siempre”[1]:
- ¿Comes hasta empacharte?
- ¿Comes para evadir emociones negativas como miedo, culpa o dolor físico o emocional?
- ¿Sueles comer luego de una discusión con alguien?
- ¿Sueles comer por aburrimiento o por no tener otra cosa que hacer?
- ¿Sueles comer cuando sientes que las responsabilidades de desbordan?
- ¿Sueles comer cuando te sientes frustrado/a por no cumplir los objetivos que te propones?
- ¿Sueles comer cuando te sientes solo/a o por sentirte estancado/a en tu vida?
- ¿Has mentido sobre cuánto has comido?
- ¿Comes muchos dulces procesados? (chocolate, galletas, bollería, panes industrializados, etc.…)
- ¿Esperas a estar a solas para comer compulsivamente?
- ¿Has vomitado (o tratado de vomitar) lo que comiste?
- ¿Piensas mucho en comida?
- ¿Estas insatisfecho/a con tu cuerpo?
- ¿Estás constantemente leyendo sobre nuevas dietas en libros, revistas o en internet, buscando “la” dieta?
- ¿Has intentado perder peso por más de 1 año?
- ¿Cuentas con varios talles de pantalones porque tu peso fluctúa?
- ¿Has escondido comida para que otros familiares no la vean y puedas comerla tú?
- ¿Te resulta casi imposible comer con moderación? (“una sola nomás…”)
- ¿Te has dicho “el lunes empiezo” dieta / gimnasio?
Al responder honestamente estas preguntas tendrás una noción más clara sobre tu grado de comer emocional y si vale la pena considerar hacer algo al respecto. Podríamos decir que prácticamente todos tenemos algún grado de comer emocional, y pretender ser perfectos en un mundo tan imperfecto podría ser frustrante. No obstante, si con varias o la mayoría de estas preguntas te has sentido identificado/a, quizás valga la pena hacer algo al respecto.
¿Cómo identificar el hambre emocional? ¿Cuáles son las diferencias entre hambre real y hambre y cómo distinguirlas?
Si una persona lleva una mala dieta, puede que inicialmente sea complicado diferenciar entre hambre real y emocional, simplemente porque el cuerpo constantemente pide nutrientes, por lo que el hambre real es casi constante.
Desde mi punto de vista, existe una creencia errónea de que, a mayor cantidad de kilos, mayor nutrición, y en realidad es lo contrario. Las personas con sobrepeso u obesidad suelen estar desnutridas; suelen tener un exceso de grasa, pero inadecuada nutrición en sus células, y por eso casi que viven con hambre.
Si nos llenamos de comestibles poco nutritivos, el cuerpo reclamará constantemente nutrientes, por lo cual se hace difícil diferenciar entre hambre real y emocional. Debido a esto, si queremos trabajar el hambre emocional, es buena idea empezar haciendo un DETOX, como para nutrir al cuerpo y de esa forma no tener un hambre real constante.
Una vez estemos más nutridos, la siguiente tabla presenta algunas de las diferencias entre hambre real y emocional.
HAMBRE REAL O FÍSICA | HAMBRE FALSA, EMOCIONAL O PSICOLÓGICA |
Llamada del cuerpo natural para comer | Reclamo de la mente |
Órganos de la digestión preparados para recibir alimento: el cuerpo asimila mejor estos alimentos | Sobrecarga: no se asimila debidamente porque el sistema digestivo aún no está preparado para digerir |
Sensación agradable, acompañada de lucidez mental, buen humor, optimismo, tranquilidad. Desaparece ante fatiga o estrés | Suele acompañarse de debilidad, cansancio, dolor de cabeza, ansiedad, preocupación, etc. La comida alivia temporalmente los síntomas |
Aumenta de a poco su intensidad, aunque se la ignore | Aparece y desaparece en poco tiempo. Desaparece al distraernos con alguna actividad |
No está orientada por el deseo de un alimento concreto. Cualquier alimento sirve para saciar el hambre | Suele orientarse por el deseo de un alimento o producto concreto: “hambre de pizza”, por ejemplo |
Menor tamaño del estómago facilita la saciedad | Estómago distendido por la comida anterior; se dificulta la saciedad |
Puede surgir espontáneamente en cualquier momento del día, pero muy raramente en plena noche, dada la relajación del estómago, como músculo | Suele aparecer por fuerza a la hora de la comida, o en momentos aleatorios por ansiedad u otro malestar emocional |
Sobre cómo distinguirlas en la práctica, una forma útil es esperar media hora para comer una vez te venga hambre. Si es hambre real no desaparecerá, pero no será desesperante.
En primeras instancias, es útil distraerse con alguna actividad, ya sea lectura, meditación, bailar, ejercicio, conversar con alguien, ver un video, alguna actividad artística o relajante, una ducha, tomar un vaso de agua, o cualquier otra cosa que disfrutes. Si era hambre falsa, luego de que te hayas involucrado en otra tarea, ya no sentirás el hambre.
Un nivel más avanzado sería tomar conciencia de la necesidad insatisfecha que queremos tapar o satisfacer a través de la comida. Por ejemplo, quizás llevamos muchas horas en actividad y necesitamos un descanso, pero no nos lo permitimos, y la comida nos obliga a parar de alguna manera. O bien buscamos amor de alguna manera, y a través de la comida lo buscamos, debido a la relación comida-amor estrechamente generada en nuestras infancias.
También en el nivel avanzado sería tomar conciencia del pensamiento, emoción o sentimiento que desencadenó el hambre emocional, y vivirlo, sentirlo e interpretar el mensaje que nos quiere dar.
“El único problema que produce la tristeza, la desesperación, la ira, la desesperanza, la ansiedad, la angustia, la desgracia, es que te quieres librar de ellas. Ésa es la única barrera. Tendrás que vivir con ellas. No puedes escapar. Ellas crean las situaciones en que las que podemos integrarnos y crecer. Son los desafíos de la vida. Acéptalos. Son bendiciones disfrazadas.”
OSHO
¿Qué puede causar ansiedad por comer? ¿Qué situaciones nos llevan a comer de manera emocional?
En esencia, mil cosas pueden ser causas del hambre emocional (ver árbol). En pocas palabras, diría que no satisfacer adecuadamente las necesidades, gestionar adecuadamente las emociones, y la búsqueda de placer inmediato.
En cuanto a situaciones, puede ser rutina, búsqueda de placer, vida social, distracción, cansancio / necesidad de estimulación, recompensa, ocasiones laborales, alivio del dolor físico o emocional, vacío, soledad, tentación, aburrimiento, etc.
¿Cómo afecta el hambre emocional?
Un efecto directo es el sobrepeso y cualquier otro problema de salud vinculado con el sobrepeso.
Por otro lado, el hambre emocional te distrae de sanarte realmente, porque si constantemente cedemos a él, no damos el paso de tomar conciencia sobre lo que realmente te come por dentro.
Incluso, el comer emocional te quita mucho tiempo valioso de tu día a día. Pregúntate, ¿cuánto tiempo te ocupa la comida en tu día a día: pensando en comida, planificando compras, comprando, preparando comidas, sirviendo a otras personas, comiendo en sí, limpiando y ordenando? Hay personas cuyas vidas giran en torno de la comida, y eso les distrae de objetivos más profundos que puedan tener.
¿Por qué fracasan las dietas?
“Quienes luchan con el peso creen que «seré feliz cuando esté delgado». Pero es más preciso decir “seré delgado cuando esté feliz”.”
GABOR MATÉ
Sanar el hambre emocional va mucho más allá que tan solo perder peso. Esto se puede confirmar considerando el hecho de que el 98% de las dietas fallan. ¿Por qué fallan?
Se podría decir que como toda industria que quiere retener a sus clientes, el negocio está en que falle. Es por eso que se diseñan decenas de dietas de moda que son insostenibles en el tiempo.
Un error común es que muchas dietas implican pasar hambre. Esto hace que el cuerpo active su “gen ahorro”, que hace que se acumule grasa ante posibles carencias.
Por otro lado, se centran mucho en cronogramas y muchas veces son completamente irrealistas, con comidas y horarios rígidos. Muchas recetas requieren medidas muy precisas, como “120 gramos de arroz”, por ejemplo, lo cual le genera una dependencia de la balanza a las personas.
Asimismo, a veces implican ingestas tales como “4 almendras a las 3pm”. ¿Y si no tengo hambre tengo que comer igual? ¿Y si tengo hambre y no me sacio con 4 almendras?
Además, suelen estar obsesionadas con las calorías, restándole importancia a la calidad de dichas calorías, porque no es lo mismo 100 calorías de una manzana que 100 calorías de coca cola o papas fritas…
También suelen implicar prohibición y quitar el disfrute de la comida, lo cual genera mucha tensión, especialmente en instancias sociales.
Otros problemas comunes son que prometen efectos milagrosos, tales como “pierde 10 kilos en 3 días”, y que no suelen enseñar a comer, generándole dependencia la persona del profesional o gurú de turno.
Todo esto suele llevar a efectos rebote por la tensión acumulada, y la persona termina varios casilleros detrás que su punto de inicio.
IMAGEN ANTES, DESPUÉS, DESPUÉS DEL DESPUÉS

Igualmente, el peor problema de las dietas convencionales es que no comprenden que el hambre emocional es síntoma de una causa más profunda; algo grande que te come por dentro.
Ahora, si el 98% de las dietas fallan, quiere decir que un 2% no lo hace. He ahí la filosofía higienista, desde mi punto de vista, la cual tiene bases sólidas teórico-prácticas, incluye gran cantidad de alimentos adaptados a nuestra fisiología, considera los biorritmos, el poder de asimilación y la combinación de alimentos, no requiere suplementos mágicos ni productos exóticos y caros, y no implica pasar hambre. Este último punto lo destaco: una dieta que implica pasar hambre no es sostenible en el tiempo.
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“Todo esfuerzo que venga de fuera (dieta, gimnasio, terapias o programas enfocados en perder peso), no iba a funcionar. La comida no es el problema, tampoco el peso. El fondo del corazón ya lo sabemos, luego de muchos fracasos en el tema.”
TRICIA NELSON
¿Qué significa emocionalmente comer mucho?
En general, cuánto más obesa sea una persona, lo más “hambrienta emocionalmente” ha estado en algún período de su vida, además de estar muy estresadas en el presente.
Las personas susceptibles a las adicciones tienen una necesidad constante de llenar sus cuerpos y mentes con el confort externo, ya sea físico o emocional. Esta necesidad expresa un fracaso en la auto regulación, una inhabilidad de mantener una atmósfera emocional interna razonablemente estable.
No nacemos con esa capacidad; somos dependientes de nuestros padres para regularnos física y emocionalmente, y solamente podemos desarrollar esa capacidad si las condiciones son buenas, con adecuada sintonía entre el adulto y el bebé. Se podría afirmar que hay una relación directa entre obesidad y desatención parental.
¿Es el hambre emocional una adicción?
Como sociedad, solemos rechazar, juzgar y criticar a los drogadictos más extremos, pero nos cuesta reconocer que todos tenemos algún comportamiento adictivo de alguna manera.
Tomemos como ejemplo una persona adicta a la heroína que por su adicción haya destruido relaciones de pareja, familiares y amicales, que haya perdido su trabajo y que viva en las calles, pero aún así sigue adicta a la sustancia. ¿Por qué lo hace? Porque la heroína es su forma de paliar el dolor emocional.
Tomemos ahora como ejemplo una persona adicta a la comida. Probablemente su vida no sea tan caótica como el ejemplo anterior, pero la base de su adicción es la misma: usa la comida para paliar el dolor emocional.
Entonces, en esencia, podríamos decir que todos tenemos alguna forma de paliar algún grado de dolor emocional, ya sea a través de la comida, el alcohol, drogas ilegales, drogas legales (medicamentos), tabaco, o bien adicciones comportamentales, como el juego, las compras, la TV, Netflix, el deporte excesivo, la ira o el trabajo. Cualquiera de estas cosas, en cierta medida puede ser un vicio que usamos como tendencia para evadir sentimientos incómodos.
Dicho esto, para sanar el hambre emocional, podemos aprender del enfoque para tratar otras adicciones.
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Curso Online sobre Hambre Emocional – Claves Para Sanar Tu Hambre Emocional
Te invito a conocer el curso que he desarrollado con el objetivo de sanar el hambre emocional.
El objetivo es que puedas COMPRENDER las causas profundas de tu hambre emocional, para que realices los cambios necesarios que te lleven a LLENARTE DE VIDA Y NO DE COMIDA, de forma de que el hambre emocional se desvanezca de forma natural.
El curso te llevará a cuestionar tu situación vital, tus intereses, tus relaciones y hasta tu sentido vital, para que, desde ahí, con coraje y valor, te motives a ir realizando aquellos CAMBIOS necesarios para generar el estilo de vida que realmente anhelas. De esta forma, irás nutriendo tu vida para que NO REQUIERAS TAPAR con ATRACONES tus CARENCIAS de autoestima, amor, entretenimiento, espiritualidad, descanso, etc.
Incluye además un plan DETOX guiado de 7 días, considerando las bases higienistas; sin pasar hambre, sin contar calorías y sin necesidad de usar suplementos.
[1] Test del hambre emocional de healyourhunger.com (modificado)