Una dieta alta en frutas y verduras es ideal para nuestra salud. Asimismo, sabemos que los alimentos procesados, los de origen animal y bebidas tales como el alcohol o las gaseosas son dañinos. Sabiendo todo esto e incluso con fuertes intenciones de querer cuidarnos, ¿por qué nos cuesta tanto esfuerzo comer sanamente? Para responder a esta pregunta es preciso conocer lo que los médicos estadounidenses Douglas Lisle y Alan Goldhamer llaman “la trampa del placer”.
Por más que vivamos en una sociedad moderna, en el fondo de nuestro inconsciente todavía somos animales salvajes, y todos los animales tenemos un sistema que nos guía para sobrevivir como individuos y como especie. Este sistema consta de tres partes:
Búsqueda de placer: el comer y la actividad sexual activan un «camino de placer» que libera dopamina en nuestro cerebro y nos hace sentir bien. Ambas actividades son indispensables para la conservación de la especie, y el placer nos retroalimenta indicándonos que estamos por el buen camino.
Evasión del dolor: tenemos señales que nos alejan de situaciones en nuestro entorno que pueden causarnos daño.
Conservación de energía: tenemos circuitos neuronales que nos alientan a tomar el camino más fácil para sobrevivir y reproducirnos.
Estas motivaciones nos impulsan a buscar los alimentos más densamente calóricos y placenteros, con el menor esfuerzo posible. En la naturaleza, estos alimentos son las frutas: saben naturalmente deliciosas (placer), no necesitan preparación o cocción (conservación de energía) y no nos hace daño (evasión del dolor).
Por otro lado, las drogas y los alimentos procesados estimulan artificialmente la producción de dopamina y nos llevan a la trampa del placer. De igual manera, los medicamentos que alivian el dolor, pero que a la vez destruyen nuestros cuerpos nos llevan a la trampa para evitar el dolor.
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Percepción relativa
Cuando nos metemos en el agua del mar o de una piscina, al principio se siente fría, pero al rato el cuerpo se acostumbra. Asimismo, si estamos en una habitación con poca luz y encendemos un foco, nuestros nervios visuales se vuelven más activos, pero al rato nos acostumbramos. Lo mismo ocurre si entramos a habitación donde hay un ruidoso aire acondicionado: al principio molesta, pero al rato podemos no percibirlo en absoluto.
¿Cómo es que nuestra experiencia interna puede cambiar tan dramáticamente sin cambios en el ambiente? ¿Cómo es que nos «acostumbramos» tan fácilmente a las cosas? Este proceso que involucra nervios y adaptación se denomina «neuro adaptación», y ocurre en los 5 sentidos sensoriales.
Tendemos a pensar que nuestros nervios nos proporcionan una representación muy precisa del mundo real. Sin embargo, esto no es así. Volviendo al ejemplo de una habitación poco iluminada, si encendemos todas las luces, parecerá muy brillante. Sin embargo, si salimos y nos exponemos al sol, éste será aún más brillante, y al regresar a la habitación ésta nos parecerá tenue, incluso con todas las luces encendidas. Al rato de estar nuevamente en la habitación, nos adaptaremos a su iluminación. Claramente, nuestros nervios no nos proporcionan una representación precisa de la realidad sino una representación relativa.
«Acostumbrarse» a las cosas nos puede conducir a errores que amenazan nuestras vidas. Por ejemplo, cuando una persona comienza a fumar, es muy consciente del olor desagradable. Lo percibe en sus dedos, en su ropa y en su habitación. Pero al poco tiempo no lo notará en lo absoluto porque ya se “acostumbró”. Su sentido del olfato se adaptó a la constante presencia del olor. La única manera que el fumador lo vuelva a percibir es dejando de fumar, ya que su olfato se volvería a calibrar a un estado más sensible al humo.
Al igual que nuestros otros nervios sensoriales, nuestras papilas gustativas también se “acostumbrarán” a un nivel dado de estimulación, y esto puede tener consecuencias peligrosas. Las papilas gustativas de la vasta mayoría de las personas en las sociedades industrializadas están neuro adaptadas artificialmente a alimentos procesados y de origen animal con alto contenido de grasa, azúcar y de sal.
En el fondo, estos alimentos no son en absoluto más agradables que los alimentos saludables, pero muy poca gente lo percibe porque están acostumbrados a los alimentos tóxicos. Sin embargo, si empezaran a comer una dieta más saludable, en poco tiempo se acostumbrarían a estos tipos de alimentos.
Desafortunadamente, muy pocas personas tomarán conciencia de este hecho de crítica importancia para su salud, y la mayoría de las personas morirán prematuramente de accidentes cerebrovasculares, ataques cardíacos, insuficiencia cardíaca congestiva, diabetes y cáncer como resultado de elecciones dietéticas autodestructivas.
Alimentos artificiales
Durante las últimas décadas, la dieta moderna ha ido aumentando en productos de origen animal, proteínas, grasas, carbohidratos refinados, aceite, sal y azúcar. Hasta hace algunas décadas, los hábitos alimenticios eran notablemente diferentes. La carne era un producto costoso, y para muchos un “lujo”. Lo mismo los productos procesados. Pero los tiempos han cambiado y actualmente la mayoría de las personas consumen estos alimentos a diario.
Desde una perspectiva histórica, estas elecciones dietéticas son algo extraordinario. Durante cientos de miles de años, nuestros ancestros peleaban constantemente contra las duras fuerzas de la naturaleza para obtener suficiente comida para sobrevivir. Esto sigue siendo así en algunos países subdesarrollados donde la escasez significativa de alimentos es una realidad, con millones de personas muriendo cada año por inanición. Contrariamente, en pocas décadas las sociedades industrializadas han pasado de la escasez de alimentos a una abundancia casi ilimitada.
La abundancia de alimentos por sí sola no es una causa de problemas de salud. El principal problema es que la comida se ha hecho artificialmente “más sabrosa” y más estimulante que nunca dado que se han aislado y concentrado artificialmente químicos específicos que causan reacciones de placer. Estos químicos incluyen grasas (incluyendo aceites), carbohidratos refinados (como azúcar y harina refinadas) y sal. Por ejemplo, el helado es un invento extraordinario para intensificar el placer, siendo una mezcla de grasa pura y azúcar refinada. En el pasado era un caro manjar, pero actualmente muchas personas lo consumen a diario.
La mayoría de las personas en la sociedad actual no pueden imaginar su dieta de ninguna otra manera a la actual. La idea de eliminar o al menos reducir drásticamente tales productos de su dieta les resulta inadmisible. Piensan que, si tuvieran que hacerlo, disfrutarían mucho menos sus comidas y sus vidas. De hecho, creen que sufrirían sin tales indulgencias. Pero esto es un gran error de percepción. La realidad es que los humanos estamos bien diseñados para disfrutar plenamente los sabores más sutiles de los alimentos naturales enteros.
La figura de arriba muestra cómo funciona esta “trampa del placer”. En la fase I las personas consumen una dieta en base a comidas integrales naturales, lo cual genera una gama normal de placer al comer alimentos no procesados bajos en grasa y altos en fibra. Sin embargo, si habitualmente empiezan a incluir alimentos procesados, éstos rápidamente se convertirán en sus alimentos preferidos.
En la Fase II estos productos se perciben como más placenteros que los alimentos naturales, lo cual se debe al carácter estimulante de los productos artificiales. Sin embargo, apenas luego de unas pocas semanas, los nervios del gusto (papilas gustativas) ya se habrán adaptado a este mayor nivel de estimulación, lo cual reduce el placer de ingerir alimentos artificiales.
Esta neuro adaptación es la fase III, que es donde la mayoría de la gente vive su vida. En esta fase las personas ya están acostumbradas a los niveles extremos de estimulación de los alimentos artificiales. No obstante, estos niveles de placer no son mayores que si hubiesen seguido una dieta más sencilla y saludable, como en la fase I. Este proceso de acostumbramiento rara vez se percibe, de igual manera que rara vez notamos el proceso de acostumbrarnos a una habitación con poca iluminación.
En este momento las personas están dentro de la trampa devastadora, ya que una dieta que promueva la salud es relativamente poco atractiva, mientras que la autodestrucción se siente mejor y parece segura. Este aprisionamiento, o adicción, es similar al que ocurre con el alcohol, tabaco u otras drogas más duras.
La fase IV se inicia cuando una persona toma conciencia de la necesidad de una buena alimentación, a pesar de las ingeniosas campañas de desinformación emprendidas por las industrias láctea, ganadera y de productos procesados. Con gran determinación, algunos individuos podrían intentar cambiar su dieta para incluir alimentos naturales enteros, a pesar de las terribles advertencias infundadas por familiares, amigos y doctores. Pero en el camino, es probable que se encuentren con un obstáculo formidable: su propio gusto.
Habiéndose neuro adaptado o acostumbrado a alimentos artificialmente intensos, un cambio a alimentos menos estimulantes típicamente resultará en una reducción del placer. La re-sensibilización de las papilas gustativas requiere entre 30 y 90 días de exposición constante a alimentos menos estimulantes. Esto significa que durante este tiempo la mayoría de las personas que intenten este cambio experimentarán una reducción en el placer de comer, similar al síndrome de abstinencia de las drogas. Asimismo, tendrán que tolerar ciertos síntomas iniciales de desintoxicación, los cuales son positivos porque el cuerpo se está curando. Al final de este período comienza la fase V, que es cuando se reestablece el nivel de placer normal inicial de la fase I, o bien el nivel de placer de la fase III.
Es por eso que los alimentos modernos presentan una trampa tan devastadora y que la mayoría de las personas están adictas a los altos niveles artificiales de estimulación de los alimentos. Este proceso de 30 a 90 días de re-calibración del gusto requiere más motivación y más autodisciplina de que la mayoría la gente está dispuesta a realizar.
Lamentablemente, la mayoría de las personas no son conscientes de que son solo unas pocas semanas de disciplina, y piensan que si comieran de manera más saludable, serían condenados a una vida de placer gustativo muy reducido, pensando que el proceso de la Fase IV durará para siempre.
Para muchas personas, saber cómo funciona esta trampa es un gran aliado de su autodisciplina. Pero para otros, esta trampa puede parecerles demasiado difícil de manejar o bien de 30 a 90 días les parece mucho tiempo.
Recursos para superar la trampa
El Comité de Médicos para una medicina responsable tiene un completo programa gratuito de 21 días en un sitio web, con un plan de recetas para cada día, con la debida orientación de médicos y nutricionistas.
Por otro lado, la abstinencia total de todos los alimentos (ayuno) por unos pocos días es el método más efectivo para restablecer rápidamente una relación saludable con los alimentos, siendo la forma más segura y eficaz de re-sensibilizar rápidamente las papilas gustativas para disfrutar plenamente de alimentos naturales. Una variante más asequible puede ser un détox en base a jugos o una cura depurativa gradual. Puedes ver mis servicios en este enlace para ver cómo puedo ayudarte en este proceso 😉
Mantener un estilo de vida saludable en una sociedad profundamente enferma es el problema más desafiante, siendo un camino repleto de obstáculos. Sin embargo, vale la pena. Escapar de la trampa de placer es clave para recuperar la salud y la felicidad, perder peso, sentirse bien, y para tener energía suficiente para tomar el camino elegido en la vida.
Hambre emocional
¿Has usado la comida para tapar el estrés o la ansiedad?
¿Sueles comer de más para satisfacer necesidades emocionales, llenar vacíos o por mera distracción?
¿Quieres llevar una buena dieta, pero terminas cayendo en atracón tras atracón?
En pocas palabras, ¿te gustaría poder controlar tu relación con la comida, pero sientes que es más fuerte que tú?
Comemos por “hambre emocional” cuando comemos más allá que por nuestras necesidades nutricionales (sin hambre física), ya sea por necesidades sociales, emocionales, mentales o espirituales.
El problema más notorio de comer excesivamente es que nos genera problemas de sobrepeso, digestivo y de salud en general.
Sin embargo, a la hora de buscar soluciones, hay que entender que no se trata de un tema de aprender a comer mejor, sino de indagar en cuáles son las causas subyacentes del hambre emocional.
En otras palabras, el comer emocional es síntoma de que hay algo dentro que te está comiendo a ti; dolor, miedo, culpa, etc.
Si sientes que estas líneas te han removido, te invito a participar de la charla gratuita: “Sanando el hambre emocional”, donde conversaremos sobre las causas que hay detrás del comer emocional y cómo buscar soluciones a la misma.
Lunes 30 de agosto, por Zoom
7pm Perú/Colombia/CDMX
8pm Chile
9pm Argentina/Uruguay
Cupos limitados
Para participar, apúntate en el siguiente enlace: https://forms.gle/HyiwiinDbvX867TC6
¿Te gustaría mejorar tu alimentación de manera holística para nutrirte y evitar caer en la trampa del placer? Conoce mis servicios de asesoría nutricional y mis planes DETOX.
Fuente: Artículo “¡Cómo escapar de la trampa del placer!” (2006) de Douglas Lisle, Ph.D. y Alan Goldhamer, D.C., autores del libro: “La trampa del placer: dominando la fuerza oculta que socava la salud y la felicidad”.