En la noción popular, el ajo y la cebolla son alimentos altamente nutritivos y, sobre todo, curativos. Ahora, ¿son realmente saludables?
Primero que nada, ¿podemos imaginarnos mordiendo una cebolla tal como lo hacemos con una manzana? ¿O bien un ajo como masticamos una nuez? Esto ya nos debería dar información.
Tanto la cebolla como el ajo son completamente desagradables en su estado natural, y hasta cortar cebolla nos hace llorar. Contrariamente, un alimento realmente adaptado a nuestras necesidades fisiológicas debería ser agradable sin necesidad de alteración alguna.
Supuestos beneficios del ajo y cebolla
Se dice que tanto el ajo y la cebolla son buenos para suprimir diversas afecciones, como cortar un resfriado, por ejemplo, y esto una afirmación correcta. Pero, ¿es deseable cortar un resfriado?
Cuando el cuerpo desencadena los síntomas típicos de un resfriado lo hace como mecanismo de limpieza para eliminar toxicidad. Entonces, ¿qué sucede si la limpieza se interrumpe? La toxicidad queda dentro, y el cuerpo la sigue acumulando y de esta forma desarrollando enfermedades cada vez más importantes a largo plazo. En otras palabras, si bien es cierto que el ajo y la cebolla suprimen diversos síntomas patológicos, no hay que perder de vista que la inhibición sintomatológica es perjudicial para la salud.
Lee también: Las 7 etapas de la enfermedad
Otro de los atributos asociados al ajo es que es un potente agente bactericida que inhibe el desarrollo de la flora intestinal. Dado que estos microorganismos son esenciales para una digestión óptima, cualquier elemento que combata la población de bacterias es perjudicial para la salud del ser humano, y por tanto debemos considerarlo nocivo.
Las bacterias suelen ser asociadas con enfermedades, pero en esencia tienen un rol fundamental en la descomposición y posterior eliminación de residuos tóxicos, lo cual explica su presencia durante procesos mórbidos.
De hecho, estas poblaciones de bacterias no son causa de las enfermedades, sino que crecen como consecuencia de la acumulación de toxicidad, y son nuestras aliadas para eliminarla. Por tanto, todo producto bactericida actúa en contra de una de las principales funciones que ocurren dentro del organismo.
Asimismo, el ajo y la cebolla suelen consumirse por sus propiedades antinflamatorias, siendo este otro enfoque sintomático, dado que la inflamación no es la enfermedad en sí, sino la propia curación del organismo, enviando mayor cantidad de sangre a la zona afectada para regenerarla, y protegiéndola a través de la hinchazón. La interrupción de la inflamación no hace más que retrasar el proceso sanativo y generar las bases para enfermedades degenerativas crónicas a largo plazo.
También se suele decir que el ajo “ayuda” a reducir la presión sanguínea. Cuando el organismo nota la presencia de un elemento tóxico en circulación, dirige su energía para expulsar de manera urgente dicho veneno, reduciendo otros procesos orgánicos, entre ellos las funciones sanativas de regeneración de órganos y tejidos, lo cual implica una alta presión sanguínea en personas con trastornos cardiovasculares.
Dicho de otra manera, la hipertensión es parte del proceso homeostático, e interrumpirlo va en contra de los esfuerzos de curación del cuerpo. Lo mismo en cuanto a otras “curaciones” asociadas al ajo y la cebolla, tales como mitigar el dolor, eliminar lombrices intestinales, combatir la hipertensión, reducir el tamaño de las verrugas, y actuar como tranquilizante. En todos los casos el enfoque es sintomático, interrumpiendo la curación desarrollada por el organismo, sin eliminar la causa real de los problemas.
¿Por qué el ajo y la cebolla son tóxicos?
El ajo contiene alicina, cuya naturaleza es molesta para el ser humano. Asimismo, contiene aceite de mostaza, al igual que la cebolla, el puerro, el rabanito y la cebolleta. Este aceite es una sustancia tóxica de naturaleza irritante.
Entre otros problemas, estas sustancias pueden generar trastornos digestivos y destruir los glóbulos rojos, ocasionando condiciones anémicas.
Asimismo, la alicina del ajo enrojece e inflama la piel. Esto sucede como esfuerzo del organismo de aislar este elemento nocivo y evitar su ingreso al sistema circulatorio. Al observar lo que sucede en la piel, podemos imaginarnos la alteración funcional que ocurre dentro del organismo cuando la sustancia entra en contacto con el tracto gastrointestinal.
Por otro lado, las propiedades pesticidas del ajo y la cebolla son pocas conocidas en relación a sus propiedades “sanadoras”. Ahora, si sirven para eliminar mosquitos, otros insectos y hasta garrapatas en perros, ¿de verdad queremos consumirlos?
De hecho, dado que el organismo intenta eliminar cualquier tóxico de su interior de la forma lo más inmediata posible, no es de extrañar que tanto cebolla y ajo sean expulsados por la piel y los pulmones, lo cual se manifiesta en el intenso olor en la transpiración y el aliento luego de haberlos consumidos. Incluso, ¡la toxicidad de la cebolla queda en evidencia que hasta nos hace llorar!
¿Realmente es tan malo? ¿Y si lo cocinamos?
Al igual que la cocción mata gran cantidad de nutrientes, de forma similar ocurre con “antinutrientes” como la alicina y el aceite de mostaza, por lo cual, si una persona de igual manera elige consumir ajo y cebolla, mejor sería en pequeñas cantidades y cocinados, durante unos 10 o 20 minutos idealmente.
Asimismo, así no sean alimentos ideales, el cuerpo puede tolerar algo de ciertos elementos tóxicos, y si se controlan las cantidades, no creo que sea “pecado” consumirlos, siendo conscientes de la frecuencia también.
Por otro lado, en momentos de enfermedad, sería ideal no concurrir a ellos como agentes curativos. Justamente el objetivo del artículo es cuestionar el paradigma de ver al ajo y cebolla como “sanadores”, las cuales no lo son, dado que es el cuerpo quien cura. Además, al buscar “curas” se incurre en un enfoque sintomático y no se trabaja en la interrupción de las causas que están llevando a la persona a la enfermedad. Desde el higienismo sostenemos que es el cuerpo el que cura cuando tiene suficiente energía, y para esto es necesario eliminar la(s) causa(s) que lo están agotando energéticamente.