Hace unas semanas un señor de unos cincuenta y tantos años me contó que fue vegetariano y que se sintió mucho mejor que con una dieta omnívora estándar. Sin embargo, volvió a comer carne luego de dos años. La razón fue porque los jueves se juntaba con unos amigos a tomar unas cervecitas y semana tras semana se le burlaban por no comer carne, tratándolo de “marica” o “mujer”. Con pena en los ojos admitía que no soportó la presión y volvió a “comer como hombre”.

Su caso no fue algo extraño. Es normal dicho trato entre hombres, porque se tiene entendido que hay una forma de comer propia de hombre, y quien no la cumpla por ende no sería un buen hombre o un verdadero “macho”. En pocas palabras, comer carnes, frituras y tomar alcohol, todos en grandes cantidades, y evitar productos sanos, eso es “comer como un verdadero hombre”. Por consiguiente, quien no cumpla con estas características, sería un “marica”, “flojito” o come “como mujer”.

En primer lugar, al decir despectivamente que comer sano es de “marica” o de “mujer”, se está siendo homofóbico o sexista. Quiero dejar en claro que no hay nada de malo con ser “marica” o, mejor dicho, homosexual. Es simplemente una orientación sexual. Son personas que naturalmente se sienten atraídas por personas de su mismo sexo, y tienen derecho a vivir su sexualidad como quieran, así como un heterosexual tiene derecho a sentir atracción por el sexo opuesto. Por su parte, ser mujer no significa para nada ser más débil o inferior respecto al hombre. Desde ya quiero manifestar que repudio cualquier actitud de discriminación.

Volviendo a la idea de que quien come sanamente no es “macho”, la RAE define “macho” como “hombre en que supuestamente se hacen patentes las características consideradas propias de su sexo, especialmente la fuerza y la valentía.” Por más que esté en desacuerdo en que la fuerza y valentía sean consideradas propias del sexo masculino, las usaré para el análisis.

¿Qué hay de fuerte o valiente en no estar ahí para los familiares cuando lo necesitan? Mi abuelo materno murió de un infarto con 48 años. Sin quererlo, dejó a viuda a su esposa con 45 años, y sin papá a sus dos hijas adolescentes. No lo conocí y, según lo que me cuenta mi madre, dudo que haya sido del perfil de creerse súper “macho” o “macho que se respeta”. Pero me gustaría usarlo como ejemplo del planteo de este artículo. Imaginemos que hubiera sabido que una dieta de base vegetal pudiera haber prevenido o revertido sus problemas cardíacos, ¿qué hubiera sido propio de una persona más fuerte y valiente? ¿Comer comidas “de hombre” y morir joven sin poder estar para su esposa e hijas? ¿O comer más sano y estar fuerte para sus seres queridas?

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¿Qué hay de fuerte y valiente, teniendo la información suficiente, en decidir no cuidar la salud, morir prematuramente y no poder estar ahí para tus hijas/os? ¿Qué hay de fuerte y valiente en acelerar el envejecimiento natural y desarrollar una enfermedad crónica y no poder valerse por uno mismo, y ser una carga para otros familiares? Generalmente los hombres mueren más jóvenes que las mujeres a lo largo y ancho del mundo. Hay razones biológicas que explican este fenómeno, pero también los malos hábitos influidos por la vida social

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Por otro lado, también se considera de “buen macho” satisfacer adecuadamente a su pareja en una relación sexual. ¿Sabían esos “machos” la relación entre el colesterol (proveniente de alimentos de origen animal) y la disfunción eréctil? Es cierto que factores como el estrés juegan su rol, pero hay evidencia de una asociación entre una dieta alta en carnes y la disfunción eréctil.

Asimismo, ¿qué hay de “macho” en vivir pendiente de la opinión de los demás? ¿Acaso alguien fuerte y valiente no debería poder comer lo que quisiera sin que le afecte la opinión de sus amigotes “machos”? ¿Hace falta comer un pedazo de carne para ser “macho”? Para mí, más que símbolo de fortaleza, el comer comidas “de hombre” para cumplir con el estereotipo de “macho”, es una señal de debilidad. Un hombre verdaderamente fuerte y valiente no tiene la necesidad de expresar su hombría con su alimentación, ni con otras cosas tampoco.

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Lo mismo aplica para el alcohol. No creo que uno sea débil o menos hombre por no tomar alcohol. De hecho, en algunas ocasiones sociales en que la mayoría está tomando, creo que se necesita más fortaleza para no tomar que para hacerlo. Al rechazar un trago automáticamente estamos siendo diferente a los demás, y muchos no toleran serlo. Creo que es mucho más fuerte quien puede ser él mismo antes que aquél que se cree fuerte por seguir los estereotipos de “macho”.

En definitiva, creo que la forma de comer no determina la fuerza y valentía de un hombre (o mujer), aunque si lo hiciera, en un mundo donde la sociabilidad empuja a hábitos insanos, se necesita más coraje para ser sano que enfermo.

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